miércoles, 16 de mayo de 2007
Significantes
"Roland Barthes lleva décadas escribiendo y catalogando pequeñas fichas. Cada vez que lo asalta una idea, que lo sorprende un libro o una frase relevante, que lo invade una ráfaga de humor o una ocurrencia, hace una anotación con su minuciosa caligrafía en una pequeña tarjeta. Su labor de artesano--de fanático de los rompecabezas--descifra el mundo.Contra lo que pudiera creerse, su tarea no se asemeja a la del crítico o a la del académico: no le interesan las investigaciones minuciosas, los sistemas universales o las ridículas teorías del todo; más que los significados, le obsesiona la sutílisima belleza de los significantes. No es casual que se sienta tan atraído por la caligrafía japonesa: su deseo se asemeja al de esos artistas orientales que deslizan el pincel sober la seda como si imprimiesen un trozo de paisaje. Como ellos, Barthes evita las figuras humanas, meros accidentes--sombras--en la geografía: el cosmos es una acumulación de detalles, guiños e insinuaciones. A partir de los años setenta, sus palabras poco a poco se transforman en bosquejos y, poco después--un pequeño milagro--, en auténticos dibujos... Más que desaparecer, las letras que traza dejan de significar: se convierten en figuras geométricas, en manchas de colores, en devaneos casi infantiles. Inspirado en esta suerte de budismo zen pictórico, su yo se desvanece".
(Jorge Volpi, El fin de la locura, Barcelona: Seix Barral, p.267)
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