jueves, 17 de mayo de 2007

Estudio


Esta fuente no es más que el varillaje

de la sombrilla

que hizo andrajos el viento.

Estas flores no son más que un poco de agua

llena de confeti.

Estas palomas son pedazos de papel

en el que no escribí hace poco tiempo.

Esa nube es mi camisa

que se llevó el viento.

Esa ventana es un agujero

discreto o indiscreto.

¿El viento? Acaba de pasar un tren

con demasiados pasajeros...

Este cielo ya no le importa a nadie;

esa piedra es su equipaje. Lléveselo.

Nadie sabe dónde estoy

ni por qué han llegado así

las asonancias y los versos.




México, 1925


Carlos Pellicer, Hora y 20 (1927)

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